16 de marzo de 2007

La viuda negra

La viuda negra llevaba tantos años viuda que no recordaba cuántos, pero debían ser muchos porque todo el mundo la reconocía por la calle como la viuda negra. De hecho ni siquiera recordaban su nombre, ni recordaba el nombre de la persona por la que vestía aquel atuendo negro. A veces dudaba incluso haber estado casada.

La gente la trataba con especial cariño. Le hablaban con ternura, le acompañaban los días de tormenta, le traían carbón los días de invierno, agua fresca en el cántaro los días de calor. En primavera le ofrecían las manzanas dulces recién cogidas. En otoño las castañas más sabrosas. En otoño caramelos de miel para la tos y una vez al año un delicioso pastel de cumpleaños. Era así como los vecinos limpiaban su alma y su conciencia pecaminosa y como la viuda se acostumbró y acomodó a los favores de ser la viuda negra.

Pero esa mañana, con la reflexión única de la vejez, la viuda, concibió que todo aquello no había sido suficiente para colmar su vida.
Añoró con quién compartir las noches de insomnio, con quién bailar en las fiestas del pueblo, a quién abrazar las mañanas frías, a quién cuidar los días de enfermedad.
Le faltaban los hijos que nunca tuvo, le falto los nietos a quién contarle los cuentos que le había contado su madre.

Inmersa en este pensamiento vino a su mente Federico, ese hombre amable y educado que desde hacía más de diez años, diariamente la esperaba en la puerta de casa y le acompañaba a lavar la ropa, aquel hombre que esperó una señal para entrar en su casa, que pacientemente esperó a que ella se despojara de sus vestiduras negras... Con la misma discreción que vino, Federico se marchó.

Fue entonces cuando la viuda negra comprendió el daño que le hizo no haberse quitado el luto por miedo al “qué dirá la gente”.

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6 comentarios:

Blogger Sandra Sánchez ha dicho...

Pero Echaita si es que no me extraña que le diera calabazas al Federico...con tantos cuidados de sus vecinos ¿quién va a cambiar eso por lavarle los calzones al pobre hombre? que no digo yo que no llevara buenas intenciones, pero que seguro que al final se pondría a ver el futbol y ahora arréglatelas tú como puedas pa traer el carbón...¿ O NO?...

5:10 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

hacemos tantos lutos innecesarios...pero la cultura sigue borracha con sus costumbres patologicas.

Aunque es diferente hacer el dolo necesario despues de una muerte o una ruptura traumática que vestir tu vida de negro.No hay que confundir.Aunque al Federico le faltaba poder de convicción.

9:22 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Un beso y un click.

8:46 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Feliz domingo un beso y un click.

4:59 p. m.  
Blogger echaita ha dicho...

Pulguita: jajaja mujer de poca fé... tal vez Federico no era hombre de fútbol sino de petanca. En cualquier caso creo que hay que tendría que haber sido un poco más atrevida.

Anónimo: Cuánta razón tienes en lo de que hacemos "tantos lutos innecesarios"...
Estoy totalmente deacuerdo contigo en la diferencia del luto en la ropa y el negro de la vida, esa es precisamente la "moraleja del cuento", como en demasiadas ocasiones "vamos de negro" por miedo a lo que pensarán de nosotros/as.
Y desde luego Federico era un poco parco... probablemente él también vestía su particular luto.

Conejín: Gracias por los clics y sobretodo por los besos. También tienes mis clics i els meus petons.

Esta semana vuelvo a tierras de levante. Estaré en Alicante...

Feliz semana a todos.

12:46 p. m.  
Blogger Sandra Sánchez ha dicho...

Sí, bueno también por supuesto, estoy de acuerdo con Anónimo en lo de los propios lutos de la vida que llevamos a cuestas sin que nadie nos los haya "encasquetao", mi comentario era un poco más irónico porque oye que me pillo a mí así con ganas de tomarme a guasa cualquier cosa que me hubieras puesto por delante...pero en cuanto me di cuenta rectifiqué interiormente y ya van dos los rosarios que le he razado yo a la pobre viuda (vamos asu marido quiero decir, porque quieras que no el que está en el hoyo es su difunto esposo...) ayyyy que me enrrollo...
Bueno total, que sí, que la vida nos impone lutos que muchas veces nosotros mismos vestimos agusto e incluso nos gustamos con ellos.

Pues, por si no te "veo" antes, yo también me iré esta semana a tierras Cantábricas (esta vez en coche y acompañada) así que Bon voyage y a disfrutarlo sea pa lo que sea.
Petonets.

5:01 p. m.  

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