Primera visión

Reviso calmosa el techo de mi habitación. Lo recorro lentamente desde la lámpara hasta la puerta, desde la puerta hasta el rincón, siguiendo las esquinas, bordeando el armario para volver al punto de partida. No encuentro mucho estímulo en un techo blanco y en una lámpara verde, pero me distrae del frío que hace fuera del sobre que forma la sábana y el edredón. Pienso en el agua caliente de la ducha, me reconforta pero no me empuja. Algún minuto más... mejor no cerrar los ojos. Para ello recorro nuevamente el techo forzando los ojos para mantenerlos abiertos, estirando los brazos y piernas para no encogerme. Sigo con mi desplazamiento visual, reflexiva pero sin imágenes, maldiciendo no sé qué... Una nueva señal acústica me recuerda el destinatario de mis maldiciones. Por la ventana entra un delicioso olor a café recién hecho que prepara con esmero mi vecina. Primera señal de vida.
Siento frío en el pie izquierdo al contacto con el suelo. ¡Sonríe, es lunes !