Masturbación: acto pecaminoso

Como casi todo el mundo sabe, la masturbación siempre estuvo perseguida por la iglesia descendiente de la antropología judeocristiana por considerarse un acto “pecaminoso y contra natura”.

Durante los siglos XVIII y XIX se le atribuyó más de 100 enfermedades relacionadas con la masturbación: ceguera, idiotez, caída de pelo, debilidad mental, dolores de cabeza, etc... Podía producir hasta la muerte..

Este trastorno mental llamado también “vicio nocturno” o “acto morboso” llenó muchos escritos y manuales que servían para sembrar el pánico en la población.

A los jóvenes (más vulnerables a los tocamientos) se les llegó a poner camisa de fuerza por las noches para impedir que pudieran manosearse.

En cuanto a las mujeres no se les acosaba tanto ya que se pensaba que carecían de deseos sexuales.

Pero en Inglaterra, durante la Revolución Industrial, se llegó a advertir que los movimientos de las máquinas de coser a pedales que utilizaban las mujeres, podían conducir a excitación, así pues se les obligaba a sentarse según unos estrictos manuales donde la vibración era mínima.

En Estados Unidos, se llegó a practicar la clitoridectomía (extirpación del clítoris) que, según los facultativos de la época, servía para aliviar la epilepsia y otras afectaciones nerviosas como la histeria.

La masturbación femenina llegó a ser incluso catalogada como “elemento destructor de la sociedad civilizada”.

No sé que hubiera sido de muchas de mis amigas en esa dichosa época.

Lo esencial es aceptar la sexualidad como algo saludable y positivo, siendo la persona autónoma y responsable de cómo quiere vivir su sexualidad y si quiere hacer uso de ella.

La Organización Mundial de la Salud y los terapeutas sexuales, recomiendan la práctica del sexo, solo o en compañía.